El legado de la Historia

La Orden Constantiniana de San Jorge tiene un origen remoto, y en parte legendario puesto que se atribuye a Constantino, emperador de Roma, convertido al cristianismo en el 312; desde entonces perduraría, según la leyenda, hasta llegar a los días del Imperio Romano de Oriente, bajo la dinastía de los Ángelos bizantinos. Tras la caída de Constantinopla, en 1453, la Orden y sus grandes maestres los Comneno se transfirieron a Italia, al amparo de la Santa Sede. Los sucesivos pontífices desde Calixto III hasta Clemente VIII favorecieron a la Orden Constantiniana mediante varias bulas. La Orden también recibió protección de los Emperadores del Santo Imperio y de los Reyes de España.

En 1697 el último gran maestre de la dinastía comnena, sin sucesión, hizo cesión de su dignidad a favor de Francisco I Farnesio, duque soberano de Parma; acto que fue aprobado por el papa Inocencio XII mediante la bula Sincerae Fidei de 29 de octubre de 1699 y también por el emperador Leopoldo.

Una bula posterior de Clemente XI (quién había sido cardenal protector de la Orden), titulada Militantis Ecclesiae (1718), estableció que la sucesión en la Orden quedaría vinculada al primogénito farnesiano, con independencia de la dignidad de duque de Parma; la Orden Constantiniana mantuvo así -y hasta nuestros días- su carácter eminentemente dinástico y no de Estado.

La Orden Constantiniana es la única orden religiosa-militar independiente de un estado   de ámbito internacional que ha pervivido con un gran magisterio dinástico. Acabada la dinastía parmesana (que había revitalizado la Orden, dotándola de un importante patrimonio y de un relevado prestigio), recayó la sucesión en el infante Don Carlos de Borbón (luego Carlos III de España), hijo primogénito de la reina Isabel Farnesio (segunda esposa de Felipe V de España), sobrina del último duque de Parma. Junto con los estados parmesanos el Infante asumió el gran magisterio de la Orden en 1732.

Cuando Don Carlos conquistó los Reinos de Nápoles y de Sicilia en 1734, trasladó la Orden Constantiniana a su nueva capital. Más tarde, en 1759, convertido en rey de España, renunció el gran magisterio en su hijo Fernando, en quien había abdicado las Dos Sicilias (y el resto de sus derechos en Italia), nombrándole «Primogénito farnesiano», siendo esta decisión sancionada por la Santa Sede.

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Sus sucesores los reyes de las Dos Sicilias conservaron esta Orden, mantenida luego de la desaparición de la Monarquía siciliana en 1860 -el Reino de Italia no intentó su abolición- por los Jefes de la Real Casa de las Dos Sicilias hasta nuestros días.

A principios del siglo XX la Orden, bajo los sucesivos magisterios de los príncipes Don Alfonso de las Dos Sicilias, conde de Caserta, y Don Fernando Pío de las Dos Sicilias, duque de Calabria, asumió plenamente con nuevas disposiciones y estatutos su carácter de orden religiosa internacional. El gran magisterio del Infante Don Carlos de Borbón-Dos Sicilias, duque de Calabria (1960-2015), fue decisivo para la revigorización de la Orden y su modernización, sin menoscabo del legado secular.

En la actualidad el gran maestre (y titular de la Casa Real de las Dos Sicilias) es S.A.R. el príncipe Don Pedro de Borbón-Dos Sicilias, duque de Calabria (quién además es presidente del Real Consejo de las Órdenes Militares Españolas por nombramiento del rey Don Juan Carlos I y confirmación de su sucesor el actual soberano Don Felipe VI).