El día 26 de julio, invitados por el cardenal arzobispo de Barcelona, D. Juan José Omella, se celebró en la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona una misa funeral por el eterno descanso de las víctimas del Covid-19 y por todos los fallecidos durante el tiempo de confinamiento, que no pudieron ser despedidos como merecían.
La Real Delegación en el Principado de Cataluña estuvo representada por D. José Angel Brandín, Consejero de la Real Delegación, y Dª Concepción Clastre.
La celebración se ha querido coincidiera con la fiesta de San Joaquín y Santa Ana, que celebra la memoria de los abuelos de Jesús y que se convirtieron en los patronos de todos los ancianos. Entre los invitados, se encontraban familiares de los fallecidos, representantes del ámbito sanitario y socio-asistencial, de los servicios de emergencias, hosteleros, voluntarios.
En su homilía el cardenal-arzobispo de Barcelona pidió “a quienes tienen poder en este mundo, a las asociaciones, a los políticos y a los gobernantes que aúnen fuerzas”. El purpurado añadió que “son tiempos de tender las manos para acariciar, para perdonar, para acompañar, para caminar juntos y tratar de evitar más sufrimientos, para hacer frente juntos a la crisis económica y social que se nos avecina. Son tiempos de perdón y de mirar al futuro aprendiendo de los errores”.
El gobierno de la Generalitat no ha concedido permiso para la celebración de la misa-funeral invocando la resolución del pasado 17 de julio que establece que se debe limitar a diez personas la presencia en los actos religiosos. Por este motivo, ningún representante del gobierno autonómico ha asistido a la misa, tampoco la alcaldesa de Barcelona, aunque el teniente de alcalde de Prevención y Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona ha manifestado su desacuerdo más absoluto a las disposiciones de la Generalitat. Por su parte el arzobispado de Barcelona ha criticado que la basílica se haya abierto este fin de semana a los turistas, pero en cambio, ellos no hayan recibido la autorización para celebrar la misa.
En un comunicado antes de la realización de la ceremonia, el arzobispado ha asegurado que se cumplirían “todas las medidas sanitarias vigentes que han sido consideradas suficientes por la administración pública para la apertura ayer y hoy de la Sagrada Familia a los turistas, de acuerdo con la insistente invitación del Ayuntamiento de Barcelona y de la Generalitat de Cataluña por reactivar la vida económica”.
Por ello, el Sr. Cardenal ha anunciado que en los próximos días emprenderán acciones legales contra “la arbitrariedad y la indefensión que sufren el derecho a la libertad religiosa y la libertad de culto”.
En la misa se han reunido varias decenas de fieles e invitados con mascarillas cumpliéndose las distancias de seguridad.