Hace 10 años estos días, la Real Delegación de Cataluña de nuestra Sagrada Milicia, asistió en lugar destacado a un evento auténticamente histórico, fruto del arduo trabajo y de la destacada presencia social de esta Delegación en el territorio, cuando tenía en ese momento, menos de 10 años de existencia.
Se trataba de la consagración de la Basílica de la Sagrada Familia, la magna obra del genio de la arquitectura y Siervo de Dios, Antoni Gaudí. Consagración que llevaría a cabo Su Santidad el Papa Benedicto XVI.
Su Santidad llegó el día 6 de noviembre a Barcelona 28 años después de la última visita papal, la de su antecesor San Juan Pablo II en 1982. El Sumo Pontífice, que aterrizó procedente de Santiago de Compostela fue recibido por el presidente de la Generalidad, José Montilla y el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, entre otras autoridades. El Sumo Pontífice se dirigió al Palacio Arzobispal de Barcelona, donde pasó la noche. Desde el balcón del Arzobispado y sin que apenas se oyera por los altavoces, el propio Benedicto XVI se dirigió micrófono en mano ante los fieles y les bendijo, rompiendo el protocolo que no contemplaba ningún acto tras llegar a Barcelona procedente de Santiago de Compostela. Varios caballeros y familiares de la Orden nos encontramos a pie de Palacio para participar de la alegría popular. Era un primer contacto con el Papa, y también de desagravio, tras días de campaña contra la visita de sectores radicales y de algunas instituciones. Nuestros caballeros, como no puede ser de otra manera, llevaban también semanas de pública defensa del Papa y de los actos organizados.
El principal acto de la visita pastoral del Papa tuvo lugar en la mañana del 7 de noviembre cuando la Sagrada Familia fue oficialmente consagrada por el Romano Pontífice para el culto católico, en una ceremonia bellísima que gracias a la TV, pudieron seguir millones de personas a lo largo y ancho de todo el planeta. Gracias a las gestiones realizadas durante los últimos seis meses por la Real Delegación de Cataluña, la Sacra y Militar Orden Constantiniana de San Jorge pudo estar representada en la ceremonia. Seis miembros de la Orden, el Delegado, más tres caballeros, un eclesiástico y una dama, situados por el protocolo del arzobispado inmediatamente después de las autoridades, pudieron seguir a escasos metros de distancia del altar la solemne ceremonia. 6.500 personas entre fieles y autoridades tuvieron el privilegio de vivir la ceremonia en el interior del templo.
SS.MM. Los Reyes Don Juan Carlos I y Doña Sofía, asistieron a la ceremonia desde el lado del Evangelio del presbiterio y fueron recibidas con cálidos aplausos en el exterior e interior del Templo. La Reina Doña Sofía, vestía de blanco, atendiendo al “privilège du blanc” de las soberanas católicas.
En un exquisito equilibrio fueron utilizadas las lenguas catalana, castellana y latina en la Misa así como la homilía centrada en la defensa de la familia tradicional y en contra del aborto y la eutanasia. Del templo de la Sagrada Familia dijo que es un «signo visible del Dios invisible» y que en él, Gaudí quiso unir la inspiración que le llegaba de los tres grandes libros en los que se alimentaba como hombre, como creyente y como arquitecto: el libro de la naturaleza, el libro de la Sagrada Escritura y el libro de la Liturgia. Varios ritos de la Iglesia tradicional tuvieron lugar para la dedicación del templo como la unción del altar y de los muros de la iglesia.
Tras la misa, el Papa expresó su «enorme gozo» por haber consagrado el templo dedicado a la familia de Nazaret durante el rezo del ángelus celebrado ante decenas de miles de personas reunidas ante la fachada del Nacimiento.
En la despedida en el aeropuerto esa misma tarde, el Rey Don Juan Carlos le agradeció su presencia tras una intensa visita de dos días que el Rey ha considerado de «indudable significado» para España y la Iglesia Católica. En su discurso, el monarca se mostró feliz tras «comprobar las expresiones de cariño, de gratitud y de respeto» recibidas por el Pontífice. «Somos también muy sensibles a Vuestras numerosas muestras de generosidad hacia España» añadió el Soberano.
Una visita para confirmarnos en la fe, en nuestras raíces cristianas y para mostrar la importancia de Dios en medio de una sociedad secularizada, y que debemos recordar no con nostalgia, sino como energía para seguir trabajando en esta línea.