La Orden Constantiniana había tenido conocimiento, a través de unos cooperantes, de lo importante que era que la ayuda que se estaba enviando a Ucrania, con motivo de las necesidades originadas por la guerra, llegase realmente al beneficiario programado, ya que en algunas ocasiones no sucedía así.
Pasados unos meses desde que la Orden colaborase, a través del marqués de Ciutadilla en la entrega de dos ambulancias, se recibió una carta del alcalde de Yasinya pidiendo específicamente una tercera para poder atender a las cuatro poblaciones que dependían de su entorno. Vista la importancia de la solicitud, el Gran Maestre de la Orden, D. Pedro Borbón Dos Sicilias, Duque de Calabria, muy conocedor del entorno rural y sus singularidades, consideró necesario para conseguir que la ayuda llegase al destino, llevarla en persona. La Orden ya había hecho llegar ayuda humanitaria a zonas en conflicto como Mali, Siria, Líbano, etc. Pero hasta el momento siempre se había tenido algún tipo de ayuda sobre el terreno a través de cooperantes e instituciones con implantación en la zona.
Por consiguiente, el pasado 20 de julio, S.A.R. el Duque de Calabria, el Duque de Linares, presidente de la comisión para el Reino de España y el caballero Alejandro Ferrer-Dalmau, sobrino del gran pintor de batallas Augusto Ferrer-Dalmau, emprendieron un largo viaje desde Madrid destino a Yasinya, un pueblo de 8.000 habitantes en los Cárpatos ucranianos. Esta expedición humanitaria estaba organizada por la Fundación de la Orden Constantiniana en España con la inestimable colaboración de los hermanos constantinianos de Reino Unido, por mediación de su presidente D. Francesco Moncada Di Paterno, quien ha colaborado de forma directa en este proyecto financiando el 50%.
Durante el trayecto a Ucrania, surgieron una gran diversidad de dificultades externas que añadieron horas y horas de viaje a los expedicionarios. Cortes de carreteras debido a los incendios, concretamente en Ateca (Zaragoza), grandes atascos en circunvalaciones de ciudades europeas, errores de navegación, averías en los vehículos de apoyo en Rumanía y Ucrania, incluso un golpe contra un ave que causó daños y que fueron totalmente reparados sobre la marcha para poder entregar, como así se hizo, una ambulancia en perfecto estado.
Lo que más preocupaba era el paso de las fronteras. No obstante, el trabajo previo de D. Carlos de Abella y Arístegui con las diferentes embajadas y la ayuda de éstas, permitieron solventar en minutos lo que podría haber sido un tormento. Tras cruzar la mitad de España, Francia, Italia, Eslovenia y Hungría, llegaron a Rumanía. En el check point les esperaban dos cooperantes de la zona, Juan Reynolds y Antonio Bârlea. Al día siguiente se estropeó el vehículo de apoyo de los cooperantes. Una vez solventado este problema entraron en territorio ucraniano dirección a su destino final.
Pasada la frontera les esperaba una pequeña comitiva encabezada por el alcalde de Yasinya. El vehículo de éste se tuvo que quedar a mitad de trayecto por avería, acomodándose el alcalde y sus acompañantes en los otros dos vehículos hasta llegar al destino.
La comitiva solidaria entregó la ambulancia al alcalde y al personal del hospital. Los caballeros constataron el agradecimiento de los presentes que recibieron un vehículo prácticamente nuevo y un material que les ayudaría mucho a dar respuesta a su situación actual. El material con el que estaba dotada la ambulancia era abundante, nuevo y moderno, al contrario del que se podía ver en el hospital cuya escasísima dotación de material parecía salida de un museo. Uno de los responsables sanitarios del centro médico llegó a afirmar “que tenían algún paciente que estaría mejor atendido dentro de la ambulancia que en su propia habitación del centro”.
Finalizada la entrega, salieron de Ucrania por otra ruta diferente a la entrada por el temor al cierre de la frontera. Todavía tenían que llegar a Siguetu Marmatiei, en Rumanía para poder conocer el proyecto humanitario del padre capuchino Eugen.
Así, el día 24 de julio, este religioso los llevó a un poblado chabolista con la intención de explicarles sobre el terreno su iniciativa para facilitar un futuro a los niños de esa población. También estuvieron con Sor Adriana, una religiosa greco-católica que acoge a mujeres ucranianas y sus hijos, algunos bebes recién nacidos. La religiosa explicó al Duque de Calabria las urgentes necesidades en alimentación que sufrían. Inmediatamente la Orden Constantiniana organizó la llegada de un cargamento de alimentos para el día siguiente.
No daba para más el viaje porque había que regresar a España con la misión cumplida, tres emocionantes acciones humanitarias, que contarán con su correspondiente seguimiento.
La Orden Constantiniana de San Jorge con este gesto liderado por su Gran Maestre quiere mostrar que “Nuestra Responsabilidad es aplicar la Caridad y el voluntariado al servicio de las personas más vulnerables” y hacer de cada gesto constantiniano una acción de solidaridad y compromiso.
Acción Humanitaria de la Orden Constantiniana
En el ámbito humanitario las principales acciones se han venido centrando en actuaciones puntuales como respuesta a sucesos concretos en la medida de las capacidades de la Orden Constantiniana. Actualmente, la Orden desarrolla proyectos humanitarios y sociales tanto en España como en resto del mundo ya que el objetivo principal es la atención a personas amenazadas por la pobreza, la exclusión, la guerra o a aquellas que son perseguidas por su confesión religiosa. Son muchas las acciones que a lo largo de su historia han ayudado a cientos de hombres, mujeres y niños. No podemos olvidar que durante la Primera Guerra Mundial la Orden dotó a hospitales y sufragó varias ambulancias para asistir a las víctimas militares y civiles. Así mismo, durante la Segunda Guerra Mundial, la Orden se comprometió también en diversas actividades humanitarias, así como en el rescate de prisioneros de guerra.
La Orden Constantiniana está en contacto con instituciones y organizaciones nacionales e internacionales para colaborar en aquellas campañas donde se necesite, como ya viene haciendo en zonas en conflicto como Mali, Siria o Líbano, o en situaciones dramáticas como los terremotos de Asís en 1997, del Aquila en 2009 y de Amatrice en 2016. Lo hizo durante la pandemia del COVID-19 en España y lo hará en aquellas ocasiones y lugares en que la generosidad de los caballeros constantinianos sea necesaria.