En estos días entrañables, el compartir con familia y amigos el nacimiento de nuestro Señor, con lo que ha de significar tanto en la historia como en la vida de cada uno de nosotros, y cercanos al fin de año, nos permite rememorar de forma pausada y serena lo que hemos vivido y, de la misma manera, el sosiego hace que los sentimientos afloren con hondura alejados del ruido propio de nuestro día a día.
Suena en el momento de escribir estas letras en los altavoces del despacho la primera parte del Mesías de G. F. Haendel, concretamente For unto us a child is born, precioso villancico que permite que el alma recorra esos recovecos que se mantienen latentes en el corazón de uno.
Como si de tiempo pretérito se tratase, revisar las fotografías que uno toma como recuerdo, incluso las más recientes, de momentos hacen que la plenitud de la Natividad se haga realidad.
Con anterioridad, ya compartimos los inicios de la actividad, en pos de nuestros mayores, que la Sacra y Militar Orden Constantiniana de san Jorge, en su delegación de la Comunidad Valenciana viene realizando junto con jóvenes de la Universidad Católica de Valencia: Álvaro, Ignacio, Irene, Pablo, Beltrán, María y Natt; contribuyendo a reducir, la brecha digital a las generaciones que tanto han dado por nosotros.
Mención especial para nuestro hermano de hábito Riccardo Lafuenti, responsable de voluntariado de nuestra Delegación, así como para Maribel, Directora del Centro de Mayores, sin cuyo abnegado trabajo y colaboración entre ambos, está actividad no hubiese sido posible.
Así, la labor iniciada el pasado 6 de noviembre, viene dando frutos y el centro de mayores Jorge Juan, que lleva el nombre del insigne marino, científico, espía, diplomático y demás adjetivos que merece y tenemos olvidado en nuestra historia siendo hijo de estas tierras, ha servido de punto de encuentro entre diferentes generaciones en las que todos juntos, compartiendo vida y experiencias y enriqueciendo a los mayores que se ha acercado a compartir retazos de nuestras vidas y nosotros de las suyas, hemos podido compartir.
Las imágenes que acompañan a estas letras, con motivo del acto social celebrado el pasado 18 de diciembre, vienen a recordarnos la alegría de estas fechas en las que todos dedicamos tiempo a nuestros hermanos sin que otra cosa importe más allá de la entrega al prójimo y la alegría de vivir una existencia plena y de entrega a quien lo necesita alejada de la individualidad de la sociedad que nos ha tocado vivir.
Este encuentro intergeneracional no sería posible sin la predisposición de los unos a recibir y de los otros a entregar; no sería posible sin la necesidad de los unos de aprender y de los otros a enseñar, y mucho menos sin el ejemplo de aquel que vino a nuestras vidas y cambió para siempre la forma de medir el tiempo y que, desde aquellos albores, nos da ejemplo desde su nacimiento hasta la partida hacia la casa del padre.
Gracias, de corazón, a vosotros, queridos mayores que no solo nos habéis abierto vuestras puertas sino también vuestros corazones. Gracias a vosotros, queridos voluntarios, que entregáis vuestro tiempo y saber al prójimo. Gracias, queridos hermanos y hermanas de hábito, que acompañáis, participáis y también ponéis vuestro grano de arena.
El discurrir de la vida hace que no todo sea fácil y, aludiendo a la obra musical que sigue sonando de fondo, llegará esa segunda parte en la que diremos y escucharemos la negación y duda… y terminaremos con un maravilloso Amén que, de la misma manera que se inicia la obra, nos llenará no solo de alegría sino de paz.
Que lo que hacemos se mantenga en el tiempo y, si fuera necesario, hablemos de ello, a imagen de san Francisco.
IN HOC SIGNO VINCES