Con profunda tristeza hemos tenido noticia del fallecimiento, el día 30 de julio de 2021, de nuestro hermano de hábito, Ilmo. y Rvdmo. Sr. D. Joan Galtes i Pujol, capellán de Mérito de nuestra Sacra Milicia.
Don Joan Galtés i Pujol nació en Barcelona el 14 de enero de 1945. Realizó los estudios eclesiásticos en el Seminario Conciliar de Barcelona y cursó la licenciatura en Historia de la Iglesia en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Ejerció su ministerio sacerdotal en las parroquias de Sant Vicenç de Mollet, Santa Maria de Gràcia y Sant Gregori Taumatug de Barcelona. Era profesor de Historia en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Barcelona y prior de la Casa de la Misericordia de la Ciudad Condal. De 2001 al 2018 fue vicario episcopal de la zona pastoral primera de la ciudad de Barcelona. El 2 de abril de 2003, Su Alteza Real El Sermo. Sr. Infante Don Carlos, Duque de Calabria, Gran Maestre, le concedió el ingreso en el seno de nuestra Sacra Milicia como capellán de Mérito. En el 2018, al dejar el cargo de vicario episcopal, Mn. Galtés fue nombrado por el cardenal Omella, Provicario general del arzobispado. Esta nueva responsabilidad la seguiría compatibilizando con la parroquia de Sant Gregori Taumaturg, de la que era párroco desde 1992. El día 2 de marzo de 2019 una nutrida representación de esta Delegación asistió con júbilo a su nombramiento como canónigo de la Santa Iglesia Catedral Basílica Metropolitana de Barcelona.
En esa misma catedral basílica, a la que había servido con abnegación como canónigo, se han celebrado hoy, día 31 de julio, la Misa Exequial por su alma. Fieles a la tradición, la Tomasa, doblaba y repicaba su “re” con un sonido majestuoso, y es que es tradición en la Seo de Barcelona que esta campana de 2.241 kg. fundida en 1758, toque en la toma de posesión de los canónigos y en sus exequias. Ha presidido el sagrado rito, Su Eminencia Reverendísima Don Juan José Cardenal Omella, arzobispo metropolitano de Barcelona, acompañado por sus tres obispos auxiliares y Monseñor Salvador Cristau, obispo auxiliar de Terrassa. Por encontrarse fuera de Barcelona, el Delegado e.f. D. Daniel Aznar y Martínez-Albácar, me ha pedido representara a esta Sacra Milicia. Emotivo ha sido la interpretación durante el Ofertorio, de la melodía ambrosiana Pax in Caelo, Pax in Terra, la misma pieza que se interpreta en las ceremonias de investidura de la Orden Constantiniana en esta Delegación y que tanto gustaba a nuestro capellán de Mérito difunto. Al finalizar la ceremonia el Sr. Cardenal me ha transmitido en nombre suyo y en el del Capítulo Catedral su pesar por el fallecimiento de nuestro hermano de hábito.
Fue el pasado 24 de junio cuando tuve la oportunidad de hablar con él, por última vez, en ocasión de su onomástica. Con gran serenidad me comunicó que le acababan de administrar la unción de los enfermos. Poco después recibí un recordatorio que él mismo había elaborado, con motivo del 50º aniversario de su ordenación sacerdotal, que es un verdadero testamento espiritual. Nos decía que su recuerdo se volvía agradecido al pensar en todas aquellas personas a las cuales a lo largo de los años había podido hacer el bien y pensar, también, en aquellas personas que le habían ayudado, que lo habían consolado, incluso a aquellas que lo habían estimulado. Valía la pena, decía, aunque fuera por un momento, como en una instantánea, recordar con gratitud el rostro de todos nuestros benefactores. Y no sólo las personas individuales. El sentimiento de gratitud se dirigía también a las instituciones y corporaciones que lo había acogido y honrado, como esta Delegación, a lo largo de estos años.
Sabiendo que la muerte le era próxima, veía su futuro con esperanza. El esfuerzo, las dificultades, reflexionaba, no se acaban nunca en la vida. Incluso aumentan con el paso del tiempo y experimentan que la vida es un continuo combate, es lucha: Militia est vita hominis super terram” (Job 7,1). Había experimentado que Dios es fiel y en El podía apoyarse con confianza, por el tiempo largo o corto que le tocara vivir.
Ahora, decía, “me toca vivir en aquel repecho de la montaña, antes de llegar a la cima, donde se distancian las preocupaciones humanas y se ve con más proximidad y nitidez las cosas transcendentes”. Deseo vivir, añadía, esta etapa con gozo y con serena esperanza. Esperanza de llegar al término:
“Allà descansarem i veurem,
Veurem i estimarem,
Estimarem i alabarem.
Aquesta será la fi que no te fi”.
(San Agustín. La Ciudad de Dios, XXIII,30)
El final que no tiene fin! Gracias Mn. Galtés por vuestro sacrificado servicio a la Iglesia diocesana de Barcelona y a esta Delegación.
Descanse en Paz.
Francesc-Xavier Montesa i Manzano
Consejero de la Real Diputación
Delegado emérito y Consejero Decano de la Delegación de Cataluña