Europa y España se encuentran sumidas en una crisis de alcance global como consecuencia de la mayor pandemia conocida desde hace más de un siglo, el Covid-19. Las consecuencias sociales de la parálisis económica derivada de la pandemia ya se han puesto de manifiesto de manera dramática. Ante esta situación cada gesto cuenta. La Orden Constantiniana, más allá de sus actuaciones corporativas, basa su acción en el compromiso personal de cada uno de sus miembros con los valores del Evangelio. Así, los caballeros y damas de nuestra Sacra Milicia están llamados a vivir inspirados por la Caridad exigente de la Caballería Cristiana. Muchas son las actuaciones a menudo silenciosas que los miembros de la Orden desarrollan, haciendo honor a la discreción de la verdadera Caridad. Sin embargo, en esta coyuntura de desasosiego, hemos solicitado a algunos caballeros y damas constantinianos que compartiesen su testimonio para que pueda servirnos de inspiración, y también para infundir Esperanza en un tiempo de crisis. Agradecemos a esos hermanos de hábito que hayan accedido a salir del anonimato, generosamente, para dar con su testimonio todo el sentido al lema de nuestra Sacra Milicia: “IN HOC SIGNO VINCES”.
Antonio Calvo Rubio es caballero de Mérito de la Orden Constantiniana.
Este es su testimonio.

Antonio Calvo Rubio, el día de su investidura recibiendo el manto de S.A.R. El Duque de Calabria, Gran Maestre.
Debido a la pandemia que estamos sufriendo en España, nuestros hermanos de hábito de la SMOCSJ han estado desarrollando diversas labores.
La Orden está presente en Cantabria de manera aún muy incipiente, aunque inspirados por el ejemplo de otros miembros y delegaciones de la Orden, y por el compromiso que contrajimos en el momento de nuestra investidura como caballeros constantinianos, nos preguntábamos cuando podríamos «probar nuestras armas».
Llegó a nuestro conocimiento que las monjas Clarisas de Santillana del Mar estaban en graves dificultades. Las Hermanas Clarisas de Santillana del Mar viven de la venta de los productos de repostería que elaboran. Su misión principal es la oración.
Ellas tenían preparados sus dulces para la Semana Santa, época de muy buena venta al igual que el verano. Esta vez debido al confinamiento por la pandemia no han podido venderlos. La situación económica por lo tanto es preocupante, ya que no tienen otros ingresos. Se trata además de una concentración de personas de riesgo por la edad de muchas de las Hermanas.
Nuestra iniciativa consistió en contactar con ellas para ponernos a su disposición, ofreciéndoles varias posibilidades. Ellas nos aclararon que sólo querían seguir vendiendo sus productos. Para ello, dado que el convento había dejado de recibir visitas debido al confinamiento, organizamos un servicio de venta a domicilio del obrador de las Hermanas Clarisas. Preparamos una nota con los productos y precios de los Dulces. Lo distribuimos entre nuestros contactos, y pedimos a estos que hicieran lo propio, precisando que el servicio de entrega a domicilio se haría gratuitamente. Servicio que nosotros aseguramos personalmente, aquí quiero mencionar a mi querido amigo Santiago Bustillo que se embarcó generosamente en esta misión. El viernes enviamos esa nota. El Domingo acudimos al convento a distribuir los encargos. ¡Para entonces eran para entonces más de setenta! En las semanas sucesivas han seguido llegando pedidos que hemos satisfecho de forma exhaustiva, asegurando la distribución del obrador durante todo el tiempo que dure la pandemia.