La terrible pandemia que estamos sufriendo se ha llevado a muchas personas ya, demasiadas. Entre ellas, a Su Excelencia Reverendísima Monseñor Juan del Río Martín, Arzobispo Castrense de España desde septiembre de 2008. Ha fallecido a las 11 horas del 28 de enero de 2021, a la edad de 73 años, en el Hospital Central de la Defensa “Gómez Ulla”. Su labor de asistencia espiritual a militares, guardias civiles y policías, en España y en las misiones en el extranjero -unos 300.000 fieles- fue siempre ejemplar.
Era capellán gran cruz de Justicia de la Sagrada y Militar Orden Constantiniana de San Jorge desde el 16 de octubre de 2008. Pero esa condición no era sólo nominal. Tuve ocasión de tratarle muchas veces y siempre manifestó un enorme amor por la Orden. Puso a disposición de nuestra Sacra Milicia su catedral, donde siempre celebramos en Madrid las ceremonias de investidura de nuevos caballeros, damas y eclesiásticos. Él y el Vicario General Mons. Carlos Jesús Montes, nos han ayudado siempre a que la calidad de esas ceremonias fuera la máxima. Muchos otros miembros de la curia castrense son miembros de nuestra Orden y los seminaristas han participado siempre, gracias a él, en nuestros solemnes pontificales.
Mons. del Río estaba en el apogeo de su capacidad intelectual y pastoral. Había estudiado Filosofía y Teología en el Seminario Metropolitano y Centro de Estudios Teológicos de Sevilla, era Graduado Social por la Universidad de Granada y Licenciado y Doctor en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma.
Su simpático acento andaluz -era de Ayamonte, fue vicerrector del Seminario de Sevilla y Obispo de Asidonia-Jerez- adornaba con gracia sus homilías que, a la vez, gozaban de una enorme profundidad, elaboradas con gran altura espiritual y conocimiento de la historia de la Orden, por la que se interesaba. Las pronunciaba “ex abundantia cordis”, de lo que rebosaba del corazón, y transmitía así un equilibrado cóctel entre conocimientos históricos y sólida doctrina. Ya desde tiempos del recordado Embajador Carlos Abella y Ramallo, gran canciller de la Orden, teníamos reuniones con Mons. del Río -o Don Juan, como le solíamos llamar- preparando con mimo cada detalle, entendiendo que lo externo es manifestación de lo interior. Recuerdo todas las facilidades que dio para que el escudo de la Orden y el de la Real Casa de las Dos Sicilias figurasen, acolados y coronados, en el crucero de la catedral y en un repostero en el corredor que lleva a la cripta. Ayudé a colgar ambas piezas y me decía que estaba encantado de que figurasen en su sede archidiocesana en la que nos daba la afectuosa hospitalidad que tanto agradecemos. Su buen humor era proverbial y esa facilidad comunicativa le llevó a presidir la Comisión Episcopal para las Comunicaciones Sociales en varios períodos. Fue también miembro del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española y, desde 2009, del Consejo Central de los Ordinarios Militares. Creó en 2014 la primera Cáritas Castrense del mundo, ejemplo de su preocupación por los más necesitados.
Le vamos a echar de menos, como estoy seguro lo harán el Vicario General, los Vicarios Episcopales, el Secretario General de la Curia, los capellanes castrenses y los seminaristas del Seminario San Juan Pablo II. Y por supuesto, todos los miembros de la Orden Constantiniana de San Jorge, cuyo afecto y oraciones -estoy seguro- tendrá siempre, desde las de nuestro Gran Maestre, S.A.R. Don Pedro de Borbón Dos Sicilias y Orleáns, Duque de Calabria, hasta las del último miembro incorporado a nuestra Orden. Descanse en paz.